Cuando los planetas de tu universo empiezan a chocar, se siente adentro.
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Es como un eco, un eco que empieza a rebotar por todo el cuerpo y solo lo podemos escuchar si estamos dispuestos a conectar con el.
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El mío siempre se queda un rato en el estómago, ahí es cuando más lo empiezo a notar.
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Si no lo escucho, pasa a la boca y enseguida lo siento porque empiezo a apretarla con fuerza.
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En mi universo siempre algún planeta está chocando.
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Algunos se van desintegrando, otros explotan, a veces se juntan y dan forma a nuevos mundos.
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A veces el eco es incómodo, a veces intento callarlo, pero en el fondo se que me está hablando...
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En estos últimos meses muchos planetas terminaron de caer para dar espacio a nuevas formas. Formas que venían en cola de espera hace mucho.
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Y con ellas aparecieron nuevos ecos. Ecos que me mantuvieron en silencio porque hubo mucho movimiento, y cuando hay mucho movimiento tiendo a hacerme bolita y entro en modo ahorro energía.
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Llevo en modo ahorro energía desde hace varios meses…
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Intento parar la rueda porque mi universo va mucho más lento que el que se impone, y eso está bien. Intento apagar el ruido externo que me aturde, busco el silencio, y eso está bien.
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Que necesitemos cosas distintas a lo que aprendimos por “correcto” o “normal”, no significa que haya algo mal en nosotros, significa que tuvimos la valentía suficiente para escucharnos y aceptarnos tal cual somos.
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Defender tu individualidad es un acto cuasi revolucionario, no dejes que los demás te digan como tenés que ser o sentir.
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Ojalá nuestros planetas nunca dejen de chocar.
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Ana.
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